El castillo de piedra de Aragón

Turbón (2.492 m), Turbonet (2.346 m) y Pico Aligas (2.298 m) por las Vilas del Turbón

El Turbón desde el Mallo Brocoló

El Turbón, que por fuera parece un monolítico mogote rocoso, esconde en su interior un coqueto valle, la Coma de San Adrián, delimitado por dos aristas que convergen en la punta sur de la montaña, dando al Turbón su característica forma de herradura abierta al norte. Las aristas, generalmente anchas y poco agrestes (excepto en la parte septentrional de la arista occidental, una abrupta cresta), están jalonadas por cotas de escasa prominencia y modesta apariencia, destacando dos: el Castillo del Turbón, en la arista occidental, que es la máxima altura de la montaña, y el Turbonet, cumbre principal de la arista oriental. Estas crestas caen con verticalidad hacia la Coma de San Adrián, pero sobre todo hacia el exterior del macizo, donde forman paredes de gran magnitud, incluso para los estándares del Prepirineo, que hacen que, desde fuera, el Turbón tenga esta apariencia de castillo inexpugnable. Sin embargo, contrario a lo que se pueda pensar, el ascenso al Turbón es sencillo desde casi todas las vertientes, existiendo varias vías para alcanzar su cumbre. Nosotros escogemos en esta ocasión la ruta que, partiendo de las Vilas, recorre la arista oriental para saltar a la occidental, culminando esta legendaria cumbre que es imprescindible en el registro de cualquier pirineísta.

El Prepirineo, ilustre escudero de la principal cordillera de la península, se distingue de su hermano mayor por la menor continuidad entre sus macizos, que son más individualizados y de magnitud más ciclópea. Y es en pleno corazón del Prepirineo donde encontramos el mejor ejemplo de esta característica prepirenaica. En medio de la Ribagorza, una descarnada fortaleza pétrea atrae todas las miradas, por su aislamiento, su notable altura dada su ubicación, bastante apartada del eje pirenaico, y su gran prominencia: el Turbón. Tercera mayor altura del Prepirineo (tras el Cotiella y el Cadí-Pedraforca) el Turbón es el más modesto en extensión de estos macizos prepirenaicos pero, a diferencia de los otros, constituye una única montaña, sin cotas subsidiarias relevantes. Una mole homogénea, solitaria y visible desde buena parte del Pirineo, que ha sido fuente de leyendas desde tiempos inmemoriales: ubicando aquí la tradición local tanto el sitio donde embarrancó el Arca de Noé como el lugar donde las brujas celebraban el principal aquelarre de toda la Ribagorza.

El Turbón desde el Campanué

FICHA TÉCNICA

Desnivel1.220

Longitud15,8 km

Altura mínima1.410 m

Altura máxima2.492 m

Dificultad técnicaCorta arista algo escarpada en el ascenso al Aligas. Ascenso algo duro pero sin dificultades técnicas, avanzando siempre por un sendero más o menos claro.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

El punto de inicio es la parte más alta de las Vilas del Turbón donde, pasado el balneario, aparece una pista que traza una curva hacia la derecha y que rápidamente se ve cortada por una barrera. Se puede aparcar en ambos lados de la pista, ya que existe espacio para unos cuantos coches. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace a Google Maps.

Fotodescripción

Las Vilas del Turbón se encuentran bajo la imponente mole de la montaña homónima, de cuyas paredes orientales tenemos ya una primera visión: por lo alto de ellas avanzaremos dentro de unas horas.

Empezamos la ruta avanzando por la pista que parte de la zona más alta del pueblo, cerrada al tráfico.

La pista, ya con indicaciones al Turbón, avanza hacia el gran circo boscoso, cerrado por el norte por la sierra de Ballábriga, principal escarpe del Turbón hacia el este.

Tras un corto tramo de ascenso, encontramos una bifurcación y seguimos por la pista de la izquierda.

Entramos en terrenos de pastos, restringidos en esta montaña a los estratos intermedios entre las aristas y el fondo del valle.Las zonas altas del Turbón, de naturaleza caliza, son prácticamente yermas.

Justo cuando la pista vuelve a girar hacia el norte, aparece un sendero a mano derecha que debemos tomar.

Este sendero alterna despejados tramos de pradera, donde podemos ver el camino a recorrer hasta el Pasaturbiello, cuya escotadura vemos al fondo...

...con otros donde el boj, espeso y dominante en esta parte del Prepirineo, lo envuelve todo.

Tras pasar por un tramo de bosque, llegamos a la Fuente de Canals, una surgencia habitualmente seca, que representa el último punto donde podemos abastecernos de agua, pues a partir de aquí entramos en el desierto calizo del Turbón.

Nos encontramos en la parte baja del barranco de Canals, en el paraje conocido como Pasaturbiello. Nuestro objetivo es el amplio collado del mismo nombre, visible en la parte alta del barranco y que, a pesar de su aparente cercanía, está más lejos de lo que parece.

Vamos siguiendo varios senderos que ascienden por la extensa ladera del barranco. Poco a poco, vamos orientándonos hacia la izquierda, dejando de lado los senderos que llevan directamente al collado, para encarar directamente la ladera que nos conducirá a la arista del Turbón.

Cercanos al collado, nos giramos atrás para observar como la gran vaguada del barranco de Canals se abre a nuestros pies. Nos encontramos en uno de los puntos más septentrionales y elevados del Prepirineo. Ante nuestros ojos se despliegan las sierrezuelas prepirenaicas hasta alcanzar la muralla del Montsec.

Continuamos por trazas de sendero, guiados por numerosos hitos, e ignorando el collado, que queda a nuestra derecha. Estamos ascendiendo ahora por la rampa herbosa que da acceso a la arista oriental del Turbón.

Repentinamente, la pendiente cede y nos encontramos en medio de una pradera, extensa y apacible, con la cresta del Pico Aligas perfilándose al fondo. Ya estamos en lo alto del Turbón.

La arista somital del Turbón es un mundo aparte con respecto a su exterior. Andando por suaves tubos de hierba, en uno de los pocos puntos donde aflora, es fácil olvidar que estamos en lo alto de una fortaleza rocosa protegida por murallas que recorren ambos flancos de la arista. En este punto el sendero se difumina, pero el terreno es tan cómodo que no lo necesitamos. Los hitos avanzan por la ancha canal herbosa situada a la izquierda de la blanca pared del Aligas, pero nosotros preferimos subir a esta cumbre por la ladera herbosa de la derecha, donde se alzan dos solitarios árboles, los únicos representantes de su especie en el mundo mineral del Turbón.

Mientras tanto, a nuestra espalda empiezan a aparecer los gigantes pirenaicos, de los que vamos a disfrutar largamente, no en vano estamos en uno de los mejores miradores de la cordillera. En este caso, vemos una buena representación del macizo que concentra más tresmiles de todo el Pirineo, el del Perdiguero-Gourgs Blancs, con el primero, inmenso, en el centro, y el segundo en el extremo izquierdo de la foto.

Al alcanzar la arista, el mundo se desploma a nuestros pies. La vertiente oriental del Turbón cae con fuerza hacia la Coma de San Adrián, cerrada al otro lado por la arista gemela por la que venimos caminando, de aspecto bastante más agreste.

Por detrás de la arista occidental del Turbón empezamos a distinguir, con sus estratos sinuosos, las dos montañas más altas del Prepirineo: el Cotiella y el Espouy, coronando la desolación calcárea del macizo de Cotiella.

Ascendidos unos metros por la ancha arista, por fin se despeja la parte superior de la Coma de San Adrián, con las paredes del Turbón y el Turbonet enfrentadas en su respectivo lado del valle; se nota cuál es el hermano mayor. En primer plano, a la izquierda, vemos el Pico Aligas, mostrando su cara más fiera.

El último tramo hasta el Aligas discurre por una cresta algo más movida que la anterior, pero que se puede realizar andando en su totalidad. Desde aquí ya se aprecia como éste pico es apenas una leve protuberancia en la cresta, con muy poca prominencia, por lo que no nos detenemos en él.

Coronado el irrelevante Aligas, continuamos hacia la siguiente cota, de bastante más entidad: el Turbonet, que se eleva al final de una dócil explanada.

Tras avanzar sin ganar apenas altura, llegamos al collado previo al Turbonet, desde el cual emprendemos una corta subida por la pedregosa ladera.

Subidos unos 50 metros, llegamos en el extremo norte de la planicie somital del Turbonet. La cumbre nos espera en la otra punta.

En unos minutos llegamos a la cumbre del Turbonet, con la monstruosa presencia del Turbón esperándonos en el otro lado del valle.

Para coronar el Turbón, debemos descender hasta la cabecera de la Coma de Adrián y cruzarla, para encaramarnos a la arista occidental del macizo.

Descendemos por la inestable cara sur del Turbón, repleta de piedra caliza, hasta llegar...

... la Collada Porroduño, donde enlazamos con el sendero de la vía normal.

El sendero traza una media ladera por una vaguada rocosa, de nuevo en leve subida, marcando lo que parece una frontera entre tipos diferentes de roca.

El sendero se pierde cuando entra en el fondo del barranco, por lo que ascendemos sin camino por la rojiza ladera de la derecha.

Culminada la ladera, llegamos a un balcón que se eleva sobre el precioso valle de San Adrián, bien encerrado entre las murallas del Turbón, a la izquierda, y del Turbonet, a la derecha. La diferencia entre ambas vertientes es evidente: mientras la ladera del Turbón se presenta como una pared blanca y monolítica, la del Turbonet es oscura, abrupta y salpicada de torres con formas antropomórficas que emergen entre los derrubios caídos de la pared.

100 metros son los que nos separan de la cresta occidental, visible en lo alto de una erguida pendiente de hierba y roca, que afrontamos con paciencia.

Mientras ascendemos por la ladera, vemos como el vértice meridional del Turbón es constituido por una serie de suaves abombamientos en la arista, muy distintos de las paredes que se abren algo más allá, invisibles desde aquí.

Al alcanzar la cresta, la hierba desaparece y da paso al clásico pedregal calizo. Siguiendo una tenue traza de sendero, tomamos dirección norte hacia la todavía oculta cumbre del Turbón, pues la cota que vemos delante no es más que una de las múltiples puntas que jalonan esta arista.

Después de unos minutos de fácil cresteo, se presenta por fin la cumbre del Turbón.

La cima del Turbón está bastante poblada. Hay una caseta, una antena y el gran hito que vemos en la foto, levantado por encima de la base del ya desaparecido vértice geodésico.

El panorama es de los más amplios del Pirineo, gracias a la posición y altura de esta importante montaña. Sin embargo, el día no es especialmente claro, con el añadido de que caprichosas nubes empiezan a esconder partes del paisaje. Vemos desaparecer entre las brumas secciones del Cotiella, del Basiero y la punta de la Sierra Ferrera, que se ve al completo excepto su punto más alto, la Peña Montañesa.

Lo que sí vemos casi al completo, tras el picudo Llosal y la Peña las Once, es el oscuro macizo de la Múnia, desde el Robiñera a la izquierda, hasta el Heid, a la derecha.

De igual forma, tenemos una completa visión del macizo de la Suelza, con sus dos cumbres perfectamente individualizadas: la triangular Punta Fulsa y la monumental Punta Suelza.

Siguiendo con el giro, es el turno del macizo de Llardana, del que vemos sus dos principales grupos: los tres Eristes, y el binomio Espadas-Posets, el segundo en altura de la cordillera.

Y, finalmente, tras el herboso Basibé, un primer plano del Aneto, cuya gris pirámide domina el macizo de la Maladeta.

El panorama oriental queda limitado a la desértica pared del Turbonet, que parece surgir de entre el cascajo. Lamentablemente, las montañas catalanas están siendo engullidas por las nubes, que van en aumento, dejándonos ver apenas retazos de Aigüestortes.

Ante la amenaza de la niebla, emprendemos el regreso por el mismo camino, desandando la cresta occidental del Turbón, cuyos abismos ahora se presienten más que se ven.

Descendemos con rapidez hacia la cabecera de la Coma de San Adrián rumbo a la Collada Porroduño, punto en el cual entraremos en la niebla.

No ascendemos de nuevo el Turbonet, sino que seguimos el sendero que lo bordea por su ladera oriental, en suave subida.

Tras recorrer nuevamente la arista oriental, iniciamos el empinado descenso hacia el Pasaturbiello, envueltos en una densa bruma.

Abandonamos la niebla a media bajada por el barranco Canals, mientras jirones de bruma confieren un aire místico al Frontón de las Brujas, inquietante nombre que recibe el último tramo de la muralla oriental del Turbón.

Ya en las praderas, el Sol vuelve a hacer acto de presencia, acompañándonos hasta las Vilas del Turbón. El descenso lo realizamos directamente por un sendero que baja por un barranco, evitando el tramo de pista.

Y con estas vistas a las sobrecogedoras paredes que protegen el Turbón, la montaña-castillo más representativa del Pirineo, cerramos la jornada de hoy.