Un mar de bosque y piedra en el Berguedà
Rasos de Dalt (2.079 m), Rasos de Baix (2.058 m), Torreta dels Enginyers (1.988 m), Roca d'Auró (1.948 m) y Cogulló d'Estela (1.869 m)
El macizo de los Rasos de Peguera al completo apareciendo por encima de la Serra dels Bastets vistos desde el Tossal de Vall-Llonga. De izquierda a derecha: Rasos de Dalt, Rasos de Baix, Torreta dels Enginyers, Roca d'Auró y el Cogulló d'Estela
Sin embargo, los Rasos también tienen su dosis de verticalidad. En su sector meridional, surgen con contundencia altivas puntas calizas que rompen la monotonía del bosque y que brindan las panorámicas de las que adolecen las cumbres mayores del macizo. Tanto la Roca d’Auró como, especialmente, el Cogulló d’Estela son impresionantes peñas que ofrecen el contrapunto perfecto a sus dóciles hermanos mayores. En esta reseña se propone ascender a todas las cumbres principales de los Rasos de Peguera, empezando suavemente con el ascenso a los dos Rasos y finalizando con las agrestes puntas meridionales, trazando un ocho en el mapa que nos permitirá conocer en profundidad este gran macizo del Prepirineo catalán.
Los Rasos de Peguera son el macizo más exterior y bajo del Prepirineo Central Catalán, región que representa lo más granado de todo el Prepirineo catalán. Dentro de este sector del Prepirineo, repleta de grandes peñas calizas que asoman por encima de extensas masas forestales de pinos y abetos, los Rasos de Peguera representan la parte más suave y amable, puesto que la mayor parte de sus cumbres son grandes domos enteramente cubiertos por abetales, de relieves tan suaves que costaría identificar sus cimas de no ser por los hitos que hay en su parte más alta. De hecho, las dos cumbres principales del macizo, llamadas Rasos de Dalt (también conocida como el Pedró) y Rasos de Baix, carecen totalmente de vistas al estar rodeadas de altos árboles que limitan la panorámica de todo su alrededor.
La Roca d'Auró y el Cogulló d'Estela desde la Torreta dels Enginyers.
Desnivel770 m
Longitud13,2 km
Altura mínima1.710 m
Altura máxima2.080 m
Dificultad técnicaCortos tramos de trepada con ayuda de cadenas en el ascenso al Cogulló d'Estela y de la Roca d'Auró, con pasos que pueden llegar al I o I+.
Track en WikilocMapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix
El inicio de la ruta es la antigua estación de esquí de los Rasos de Peguera, donde hay abundantes placas de aparcamiento. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace a Google Maps.
Nuestra andadura empieza en el collado del Sant Crist, que coincide con el punto más alto de la carretera de los Rasos, donde antiguamente había una estación de esquí de la cual iremos viendo sus restos en la primera parte de la ruta.
Con el gran domo de los Rasos de Dalt, nuestro primer objetivo, en el horizonte, empezamos a andar, atravesando los grandes prados salpicados de abetos que predominan en este macizo del Prepirineo Central catalán.
Sin perder altura, atravesamos las viejas pistas de la estación y el Torrent de les Canals del Catllarí, al otro lado del cual nos unimos a una degradada pista por la que ascendemos suavemente.
La pista, tras dejar de lado una profunda dolina, nos lleva a un claro despejado de bosque, conocido como la Placeta dels Rasos. En este bonito paraje, balcón privilegiado de la Serra d'Ensija, que vemos al fondo, giramos a la derecha para internarnos en el bosque y...
...tomar un sendero que cruza la ladera en diagonal. Pero no andaremos mucho rato por él puesto que, cuando vemos que deja de subir...
...giramos nuevamente a la izquierda y avanzamos sin camino por la suave ladera del Pedró. Aunque no hay hitos ni sendero, tampoco los echamos en falta. Simplemente tenemos que seguir subiendo en dirección este y, eventualmente llegaremos a la cumbre.
Cima que está marcada por una gran Senyera y un montón de piedras en el suelo. Aunque el Pedró o Rasos de Dalt es la cumbre más alta del macizo, no es, ni mucho menos, la más bonita, porque el bosque cubre su punto más alto y elimina toda posibilidad de divisar el paisaje que nos rodea.
Así pues, no nos detenemos y seguimos con la ruta, tomando ahora dirección sur. Rápidamente nos dirigimos a las marcas amarillas que nos guían al Coll de la Creu del Cabrer, collado intermedio entre los dos Rasos y vía normal para ambos.
Tras descender unos 100 metros, llegamos al collado y empezamos la subida a los Rasos de Baix, aprovechando una ladera que fue arrebatada al bosque por la estación de esquí.
Al tener (parte) del panorama despejado, si miramos atrás, fuera de las amenazadoras nubes que parecen ir ganando tamaño (aunque no llegarán más allá de aquí), vemos la poco atractiva cara sur de los Rasos de Dalt, de donde venimos.
De un porte muy distinto, se muestra ante nuestros ojos la impresionante Gallina Pelada, cumbre de Ensija, que aloja en su cara sur una de las paredes de mayor magnitud de la cordillera, la Roca Gran de Ferrús.
A la izquierda, el panorama septentrional se ve completamente ocupado por la gran muralla catalana, el augusto Cadí, del que vemos su árida cara sur, muy distinta a los abismos de su cara norte.
Montañas que nada tienen que ver con los Rasos de Baix, cuyo vértice es de los más inútiles que he visto, pues los árboles llegan a tocar su estructura. En pocas ocasiones las dos cimas más altas de un macizo son también las menos interesantes.
Por ello, tampoco nos detenemos aquí y seguimos adelante, emprendiendo un descenso abrupto y sin sendero por la cara sur de los Rasos de Baix, a través de un bosque sucio y espeso.
Tras descender unos 50 metros, llegamos al pequeño estanque de les Fontetes, al que llega una pista que nos llevará a la Collada dels Rasets, punto de unión de los Rasos de Baix con la Torreta dels Enginyers, la tercera cumbre de la jornada.
Rodeada la modesta cota del Cap dels Rasets, ya vemos la Torreta dels Enginyers, que reconocemos por sus antenas. Esta cumbre tampoco presenta una apariencia muy estética, como las dos anteriores, pero su otra cara, escondida por el momento, ya es otra historia.
Un carril pedregoso nos conduce a la cima de la Torreta dels Enginyers, donde la densidad del bosque es ya mucho menor que en la anterior, lo que nos permite ver la achaparrada cima de los Rasos de Baix.
Aparte de unas antenas, otro vértice ocupa el punto más alto de la Torreta dels Enginyers, aunque este tiene mucho más sentido que el de los Rasos de Baix, puesto que, en comparación, ofrece una visibilidad mucho mejor.
Las vistas que se tienen desde aquí se repiten en las dos cumbres posteriores y nos detendremos a contemplarlas cuando lleguemos allí, pero nos fijamos en un paraje curioso: el pantano de la Baells, el único que represa el río Llobregat, con los espectaculares estratos de conglomerado de la Serra de Picancel protegiendo su flanco suroriental.
Aunque lo más impresionante que se puede observar desde esta cumbre son los dos airosos guardianes que protegen los Rasos de Peguera desde el sur, en un terreno donde predominan los abismos y las paredes, contrastando con la suavidad que domina en la parte norte del macizo. Primero nos dirigiremos a la montaña más cercana, la Roca d'Auró, de la que vemos su única parte accesible, la norte. Más tarde iremos al altivo Cogulló d'Estela tras pasar por los prados del collado homónimo.
Un buen precipicio impide un acceso directo a la Roca d'Auró desde la Torreta dels Enginyers, lo que nos obliga a avanzar hacia el oeste en dirección al Pas de Puigventós, lugar donde la pared cede. Aunque podríamos ir por la suave cresta somital, preferimos tomar un camino más accidentado pero mucho más bello, el Pas de l'Ós, cuyo recorrido empieza en esta cueva bien marcada por un hito y una flecha.
El Pas de l'Ós no es sino un estrecho pasillo que se ha formado entre la pared principal de la Torreta dels Enginyers y una descomunal roca que se desprendió del muro en tiempos pasados. Aunque corto, el paso es espectacular porque vamos sorteando torres calizas que están siendo erosionadas progresivamente.
Cuando salimos del paso, el terreno a nuestra izquierda sigue siendo abrupto, y una traza de sendero sigue yendo en dirección oeste. Desconozco si existe alguna manera de bajar directamente hacia el sur, pero, siguiendo este sendero, volvemos a subir hacia la cresta de la Torreta dels Enginyers.
Al menos tenemos una nueva perspectiva del Cogulló d'Estela, que luce cada vez más bello.
En pocos minutos, llegamos de nuevo a la cresta somital de la Torreta dels Enginyers, tras este corto paseo por su vertical cara sur. Avanzando hacia el oeste por ella, vemos unos hitos y un cartel que señala el inicio del Pas del Puigventós, el paso que, ahora sí, nos permitirá descender por la cara sur de la Torreta dels Enginyers.
El sendero avanza sin perder mucha altura hacia el bonito diente de la Roca d'Auró.
Cerca de la Roca, el sendero principal baja hacia el Coll d'Estela, pero vemos cómo una traza sigue la dirección este y empieza a subir por terreno abrupto hasta el collado que une la Roca d'Auró con la Torreta dels Enginyers.
En el collado nos sorprende una placa caliza de unos 10 metros, bastante empinada pero con muchos agarres y con una cadena para ayudar en la trepada.
Tras este muro, llegamos a la airosa cumbre de la Roca d'Auró, soberbio mirador, ahora sí, de la Catalunya Central.
Al este vemos el pantano de la Baells más allá de la cónica Serra de la Figuerassa, con la Serralada Transversal en el horizonte. Después de la frontera prepirenaica, especialmente abrupta en esta zona, vemos parte del pueblo de Berga, capital del Berguedà, la comarca más septentrional de la provincia de Barcelona.
Al norte, los abetos solo nos dejan ver la cima de la Torreta dels Enginyers que, como vemos, es bastante vertical en su vertiente meridional.
Y, para finalizar, una mirada sobre el último y más bello objetivo de la jornada, el altivo Cogulló d'Estela, soberbio pitón calcáreo que se yergue por encima del mar de abetos y hayas de este rincón prepirenaico del Berguedà.
Una vez en la base de la Roca de Auró, observamos unos hitos que nos conminan a bajar directamente hacia el sur, sin tener que volver al sendero principal.
El descenso alterna tramos de movediza pedrera con empinados tramos de bosque, mientras vemos cómo el Cogulló d'Estela se aproxima poco a poco.
Cuando llegamos al Coll d'Estela, podemos escoger entre dos senderos separados por un alambre. Cualquiera de las dos opciones es válida pues ambas llevan al mismo sitio.
De ida vamos por el sendero de la derecha, que atraviesa un prado para después emprender una decidida subida hacia...
...la albina torre del Cogulló d'Estela, cuyo acceso no parece ser fácil visto desde aquí. Como veremos en breve, su ascenso no es tan complejo.
Cuando el sendero de la derecha desaparece, saltamos al otro, que entra en la vertiente oriental del pico y sube por el bosque cada vez con mayor decisión.
La roca no tarda en aflorar, aunque de momento el sendero sigue siendo fácil.
Pero cuando llegamos a la base de la torre, el recorrido se ve interrumpido por una nueva placa, similar a la de la Roca d'Auró pero con la diferencia de que esta está más pulida y tiene menos presas. Afortunadamente, podemos contar con la ayuda de otra cadena para poder trepar por la placa con mayor seguridad.
Trepada la placa, el sendero, que sigue abrupto pero sin mucha dificultad, rodea toda la cima por el oeste para acceder a ella por su cara sur.
Y así llegamos a la cumbre del Cogulló d'Estela, bastante poblada por distintos elementos de decoración.
Nuestra primera mirada se dirige a las dos cumbres previas, con la Roca d'Auró flanqueando con contundencia a la centrada cumbre de la Torreta dels Enginyers.
Al este, el Catllaràs protege el flanco derecho del invisible Llobregat. El horizonte, que tendríamos que ver ocupado por el Pirineo de Girona, está bastante nublado y nos impide ver gran cosa más.
Sí que alcanzamos a ver, hacia el este, las montañas más altas de la Cordillera Transversal, como son el cónico Puig Cubell y la alargada sierra del Puigsacalm.
Al otro lado, vemos un precioso contraste entre la soleada población de Sant Llorenç de Morunys y la oscuridad tormentosa del Port del Comte y el Puig Sobirà.
Finalmente, hacia el sur, las sierras más exteriores del Prepirineo central catalán, como la boscosa Serra dels Tossals, se erigen como bastión ante la infinita llanura de la Catalunya Central.
Tras un merecido descanso en esta magnífica cumbre, nos disponemos a volver, no sin antes estudiar la ruta de vuelta al coche. Para volver por un camino distinto, avanzaremos por la base de la Roca d'Auró hasta llegar a los pies de una de las cumbre secundarias del macizo, el Serrat de l'Hospital, en el centro de la foto. Allí, iniciaremos la subida al Coll de Tagast, que vemos a la izquierda de la mencionada montaña, para volver desde allí a la estación de esquí.
Desandamos nuestros pasos hasta el Coll d'Estela y tomamos la pista que llega hasta allí por el este.
Pero no tardamos mucho en abandonarla en favor de un sendero que se abre a mano izquierda, bien surtido de hitos.
Tras subir una treintena de metros, llegamos a los Plans de Tagast, desde donde iniciamos un nuevo descenso con el Serrat de l'Hospital cada vez más cercano.
Durante este recorrido, hemos ido bordeando la Roca d'Auró por la derecha, disfrutando de su perspectiva más vertical y espectacular.
Cuando llegamos a un amplio rellano, tomamos el sendero que se abre a la izquierda y que nos lleva...
...a la Font de Tagast, que tiene doble boca: una exterior para los rebaños y una bien guardada en el interior de una edificación para los humanos.
Desde la fuente, nos espera un buen ascenso para ganar de nuevo el interior del macizo mediante el Coll de Tagast, primero por dentro de un bosque...
...y luego por una panorámica vira herbosa, que aprovecha una repisa entre paredes para avanzar hasta un punto donde estas ceden.
Y digo panorámica porque esta repisa ofrece espléndidas vistas de toda la Catalunya Central, de la que estamos en su extremo norte. En la otra punta de este gran rellano, sus dos macizos más representativos: la mole de Sant Llorenç del Munt y la onírica silueta serrada de Montserrat.
También podemos gozar de una perspectiva inusual del soleado Cogulló d'Estela, cuyo diente soleado se oculta lentamente tras la sombría pared de la Roca d'Auró.
La vira finaliza a los pies de una colosal torre, que se yergue sobre una canal herbosa por la que el sendero nos conmina a ir y en cuya cabecera...
...encontramos el Coll de Tagast, con la Bassa dels Rasets bien escoltada por las dos cumbres mayores del macizo: los Rasos de Baix y el Pedró, que desde aquí nos ofrece una imagen no muy montañera pero bastante bucólica.
A la izquierda de los Rasos de Baix se encuentra la Collada dels Rasets, por la cual ya hemos andado hace unas horas y a la que tenemos que volver para trazar el ocho sobre el mapa.
Aprovechando surcos bien marcados sobre el suelo, seguramente trazados por el ganado, empezamos la parte final de la última subida de la jornada.
El ascenso es plácido y podemos disfrutar de los contrastes entre el bosque, cubierto de la sombra emitida por los negros nubarrones que tenemos encima, y las infinitas praderas de los Rasos, de un verde brillante gracias al Sol que aparece y desaparece y que también ilumina el extremo oriental de la Serra d'Ensija, bien representada por el puntiagudo Serrat Voltor, allá en el horizonte.
Al llegar al Collado dels Rasets, seguimos rectos para trazar una línea perpendicular respecto al camino seguido a la ida: sin antes lo hemos cruzado de norte a sur, ahora lo cruzaremos de este a oeste para ganar la pista que empieza al fondo de la imagen.
Esta pista, que debemos seguir sin ignorar los desvíos por otros carriles secundarios, nos llevará de nuevo a la carretera de la estación.
Carretera a la que llegamos tras un rato de suave descenso. Ahora ya solo nos quedará una breve subida para...
...llegar al Coll del Sant Crist, finalizando esta completa excursión por este variado macizo de los Rasos de Peguera. Y, para despedir esta reseña, esta espectacular imagen de dos de los grandes montañas de Catalunya, que se ven así de bien desde esta magnífica atalaya que son los Rasos.