Por las alturas del Collsacabra

Pla del Prat (1.316 m), Cabrera (1.307 m), Puig de la Bastida (1.242 m), Aiats (1.311 m) desde Sant Julià de Cabrera

La Serra de Cabrera desde Sant Julià de Cabrera

La Serralada Transversal es la formación montañosa que sirve como punto de confluencia entre las Cordilleras Costeras Catalanas y el Pirineo. No es una unidad de relieve muy extensa y sus límites están poco definidos, pero concentra alguna de las montañas más conocidas de la región, como el agreste Puigsacalm, o los famosos volcanes de la Garrotxa. La parte central de la Serralada Transversal es el Collsacabra o Cabrerès, un altiplano que separa las planicies de Osona de las de la Garrotxa. El Collsacabra tiene un perfil inconfundible desde la lejanía, pues en su parte más alta sobresalen afiladas sierras protegidas por grandes paredes que surgen abruptamente de entre el frondoso hayedo que recubre el Cabrerés. El punto culminante de estos cordales es la Serra de Cabrera, en lo alto de la cual se encuentra el imponente santuario de la Mare de Déu de Cabrera, y cuya cumbre es probablemente una de las más visitadas del noreste catalán. Formando parte del mismo núcleo montañoso pero separado por profundos collados encontramos los imponentes Cingles d’Aiats, de características muy similares a Cabrera pero orientados hacia el sur, conformando los dos macizos una gran muralla de intenso color blanco cuya quebrada silueta es perfectamente visible desde muchos puntos del principado. En esta reseña se propone recorrer en una completa circular la práctica totalidad de la Serra de Cabrera, trazando un “ocho” para ascender y posteriormente descender los dos núcleos del macizo y recorriendo sus airosos cordales para gozar de uno de los paisajes más bellos y panorámicos del nordeste de Catalunya.

FICHA TÉCNICA

Desnivel740 m

Longitud11,9 km

Altura mínima950 m

Altura máxima1.316 m

Dificultad técnicaNula. En todo momento iremos por un buen sendero, aunque con tramos empinados. Dos cortos pasos equipados con grapas en la subida al Pla del Prat.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

El inicio de la ruta es el santuario de Sant Julià de Cabrera, donde hay un pequeño parking, con espacio para pocos coches. Sin embargo, en la carretera hacia el Collet de Sant Julià, se puede aparcar sin problema en múltiples ensanchamientos de la misma pista. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace a Google Maps.

Fotodescripción

Empezamos la ruta ya con los imponentes muros blancos de Cabrera despuntando por encima de nuestras cabezas.

No nos dirigiremos directos hacia ellos, pues accederemos a lo más alto de Cabrera por la parte más septentrional de la sierra, el conocido como el Pla del Prat. Primero seguimos por la carretera hasta llegar al Collet de Sant Julià, muy cercano.

Desde el mismo collado sale el camino de la Serrica, que utilizaremos para ascender a la parte alta del cordal.

El sendero, que asciende con fuerza en todo momento, se pierde en zonas de arenisca como esta, pero en estos casos aparecen marcas azules que nos guían hasta encontrar de nuevo el sendero.

En caso de no encontrar fácilmente el camino, se tiene que buscar en la parte izquierda de la arista que estamos recorriendo y rápidamente recuperaremos el sendero.

La arista, que lleva directamente al Pla del Prat, tiene tramos abruptos que el camino sortea normalmente por la izquierda, encontrándonos tramos equipados con cables de vida para facilitar el paso.

A mitad de recorrido, encontramos esta bifurcación, con varias opciones para subir a Cabrera. Si fuéramos por el camino de la izquierda, iríamos por el boscoso camino de la Baga. Nosotros seguimos por el de la derecha, que nos lleva de nuevo...

...al soleado y árido crestón de arenisca de la Serrica, con inmejorables vistas sobre...

...el liso frontón de Cabrera, cuyo santuario empieza a despuntar por encima del blanco muro.

Cuando nos acercamos a lo alto de la sierra, la arista se ensancha justo antes de verse interrumpida por un muro vertical.

El camino llega hasta la base de esta pared y la recorre por debajo hacia la derecha, utilizando viras para ganar altura hasta que, cuando la pared cede, aprovecha una canal equipada con grapas para entrar en el altiplano del Pla del Prat.

Antes de entrar en el bosque del Pla del Prat, aprovechamos un tramo despejado para echarle un vistazo al punto de inicio de nuestra ruta, la iglesia de Sant Julià de Cabrera. Más allá, la mitad sur de la verde región del Collsacabra, que tiene como fondo...

...el imponente Montseny, rey indiscutible de la Cordillera Costera Catalana, con sus dos principales macizos: el del Turó de l'Home y les Agudes y el masivo Matagalls.

La parte alta de las montañas de Cabrera son prácticamente llanas, a diferencia de sus verticales contornos. El sendero atraviesa el bosque del Pla del Prat para dirigirse a la montaña de Cabrera.

Pero antes, nos queremos desviar a lo que es la cumbre del Pla del Prat que, aparentemente y según los mapas, es la mayor altura de todo el macizo. Pero rápidamente comprobamos como es una cumbre totalmente olvidada, porque no hay camino alguno ni señales para visitarla.

Avanzando sin camino por el bosque, llegamos a lo que parece ser el punto culminante de esta montaña, más o menos cerca de este árbol. Lo sabemos porque a partir de aquí, todo hace bajada y porque miramos el GPS, de lo contrario no sabríamos que estamos en el punto más alto de todo el Collsacabra. Dejando de lado las ganas de coronar el techo del macizo, no hay aliciente alguno para visitar esta cima, porque las vistas son nulas y el acceso es bastante sucio. Cosas curiosas que pasan a veces en la montaña.

Tras esta corta visita, volvemos al sendero, que avanza en llano por el cerrado bosque hasta que, repentinamente...

...el panorama se abre y el paso se corta en una profunda brecha. Estamos en l'Osca de Cabrera, el tajo en la sierra que separa el núcleo del Pla del Prat del de Cabrera propiamente dicho.

Desde este airoso mirador, observamos el contraste que hace famoso a este macizo; totalmente llano y extenso en su parte alta, totalmente vertical en sus contornos.

Mediante un zigzag bajamos del mirador y nos disponemos a atravesar l'Osca. A pesar de lo impresionante del paso, no tiene dificultad alguna, el camino es más ancho de lo que parece y además hay una barandilla.

Y así, casi sin querer, llegamos a la cumbre de Cabrera. Irónicamente, la cima más famosa del macizo es la más baja de las principales, puesto que tanto el Pla del Prat (la montaña por la que acabamos de pasar) como Aiats (el otro núcleo del macizo) son unos metros más altos que Cabrera, en cuya cima hay los restos del antiguo castillo de los vizcondes de Cabrera, una de las dinastías más poderosas de la Catalunya medieval.

A simple vista se aprecia como el Pla del Prat es ligeramente más alto, limitando las vistas hacia el norte. A pesar de eso, a cada lado de esta montaña vemos dos gigantes del montañismo catalán.

A la izquierda, tras el Santuari de Bellmunt, la descomunal horca pétrea del Pedraforca, probablemente la montaña más emblemática de Catalunya.

A la derecha, el descarnado muro del Puigscalm, la montaña más alta de la Serralada Transversal.

Finalmente, hacia el sur, la boscosa cara norte del pequeño submacizo de Aiats, bien diferente a la gran pared que defiende toda la otra cara. La aplanada cumbre de la izquierda es el Puig de la Bastida, por donde empezaremos el cresteo integral de todo Aiats.

Des de la cumbre de Cabrera, este estético pasillo de roca gris nos conduce al Santuari de Cabrera, lo que es una de las imágenes más icónicas sino la que más de esta ruta.

Mientras vamos acercándonos al santuario, comprobamos como las panorámicas son dilatadísimas, apreciándose perfectamente tras el altiplano del Moianès, los dos grandes macizos de la Catalunya Central: Sant Llorenç del Munt y Montserrat.

Atrás dejamos el Pla del Prat, que muestra una estampa cada vez más imponente. A la derecha, las grandes paredes de l'Osca de Cabrera.

Enclavados en el corazón del Prepirineo Oriental, rodeados de riscos y frondosos bosques, vemos la tricéfala Serra d'Ensija y el Pedraforca.

Tras el Catllaràs, el augusto Cadí, con muy poca nieve para ser febrero.

Y, separado del Cadí por la agreste cadena del Moixeró, la mole de la Tossa d'Alp, cerrando por el este el Prepirineo más granado.

No tardamos en llegar al extenso Santuari de la Mare de Déu de Cabrera, que tiene una hostería en la que se puede comer los fines de semana.

Hacia el este, el Collsacabra pierde altura con rapidez en dirección a las llanuras de Girona, pero la Serralada Transversal aún emerge en forma de dos prominentes macizos antes de desaparecer definitivamente: el Puigsallança y el Puigsou. Mucho más cercana, justo debajo nuestro, vemos la Casa Nova de Racons, desde donde sale la pista que nos llevará a la base del Puig de la Bastida.

Hemos cubierto la mitad del macizo, quedándonos la otra por recorrer. Para ello, primero descendemos hasta el Coll del Bram, el collado que separa Cabrera de Aiats, por una pared casi vertical que ha sido convenientemente horadada para labrar un buen camino de acceso al santuario.

Una vez en el Coll del Bram, punto central del "ocho" que trazaremos sobre el mapa y al que tendremos que volver, podríamos subir ya directamente a Aiats, pero preferimos ascender por la otra punta de la cresta para que el descenso sea más directo. Para eso, seguiremos descendiendo por la pista.

Atrás dejamos el tremendo muro de Cabrera. Si no fuera por la barandilla que zigzaguea por el espolón, costaría de creer que por ahí se puede bajar.

Descendidos unos 100 metros por la pista, aparece una pista secundaria de tierra, marcada como GR, que se desvía a la derecha. La tomamos para llegar a la Casa Nova de Racons.

Atravesamos la finca de la masía por la pista, con Aiats y el Puig de la Bastida esperándonos al otro lado de esta gran pradera.

Dejada atrás la Casa Nova de Racons, solo tenemos que seguir la pista principal, que recorre el altiplano, con el objetivo puesto en el ancho collado que se ubica debajo del Puig de la Bastida, por cuya arista norte vamos a ascender.

Atravesamos un par de rieras, protegidas por portones para el ganado, y en poco rato llegamos...

...al extenso collado de Saiols.

Enfrente tenemos una atractiva estampa del Puig de la Bastida, un cono casi perfecto y cuyo ascenso se presume bastante empinado.

La subida a esta montaña empieza en un hito construido justo al lado de la pista, internándonos de nuevo en el bosque.

No tardamos en comprobar que nuestras suposiciones eran ciertas, puesto que desde un primer momento el sendero pica con fuerza.

Pero si el sendero es empinado, es un hecho que se sube más rápido, y no pasa mucho tiempo antes de llegar a la alargada y arrellanada cumbre del Puig de la Bastida.

Atrás queda la fortaleza de Cabrera, con el profundo Coll del Bram separándola de Aiats.

Mirando hacia el norte, constatamos como la parte central de la Garrotxa, con su capital, Olot, a la derecha de la foto, es la única zona libre de montañas, puesto que su extremo septentrional es de las zonas más abruptas de Catalunya, con el Comanegra coronando la comarca. Pero, aunque abrupta, las alturas garrotxinas no pueden competir con el coloso que aparece en el horizonte, el soberbio Canigó, la última montaña del Pirineo.

Tras un corto descanso, descendemos los 50 metros hasta el coll de Sabastida y empezamos el ascenso de los últimos 100 metros de desnivel para llegar a la cercana cumbre de Aiats.

La subida es empinada sin llegar a los niveles del Puig de la Bastida, e incluso encontramos escaleras talladas en la roca.

La pendiente remite cuando llegamos a la parte alta y en breve nos plantamos...

...al borde del vacío de los Cingles d'Aiats.

Al igual que en el Pla del Prat, la cumbre no está marcada, pero al menos el camino pasa por ella. El panorama meridional queda ahora totalmente abierto, pudiendo ver el límite del Collsacabra (y, por consiguiente, de la Serralada Transversal) en los cortados de Tavertet, que se hunden en el profundo desfiladero del Ter. Más allá, ya en la Prelitoral, las siluetas de les Guilleries y, omnipresente, el Montseny.

A pesar de que los cortados de Tavertet y Rupit se intuyen más que otra cosa, sí que se ve una de sus formaciones más espectaculares: l'Agullola.

Ya de vuelta al Coll del Bram, hay momentos en los que el sendero se acerca al abismo de los Cingles d'Aiats, tan espectaculares como los de Cabrera.

Cuando el sendero cambia de dirección, abandonamos las paredes y entramos en el altiplano somital característico de este macizo.

Tras un buen rato de llaneo, el descenso empieza a ser más agudo cuando nos internamos en el bosque. En caso de bifurcación, siempre habrá una marca pintada para aclarar dudas.

Después de llegar al Coll d'Aiats, empezamos el flanqueo del Puig dels Llops, con la silueta de Cabrera acercándose.

Sabemos que llegamos al Coll del Bram cuando el tremendo espolón de Cabrera está delante nuestro. Pero, a diferencia de hace unas horas, ahora toca girar a la izquierda para completar los cuatro puntos cardinales.

Este es el camino más utilizado para subir a Cabrera y se nota, puesto que es ancho y bien trazado.

Por este motivo, el descenso es rápido y antes de lo pensado estamos andando por los grandes prados a los pies del macizo.

Una plácida andadura nos deja en el bucólico entorno de Sant Julià de Cabrera, con las vacas pastando tranquilamente.

Tranquilidad que transmite este paraje de Cabrera, que hemos podido conocer en profundidad para disfrutar de sus bellos contrastes.