Una ciudadela de conglomerado en el Sis

Mallo Brocoló (1.625 m) desde Riguala de Serraduya

Mallo Brocoló y Tozal de los Moros desde Riguala de Serraduya

La Sierra del Sis es uno de los principales macizos prepirenaicos de Aragón, siendo también el más oriental, pues está muy cercano a la frontera con Catalunya, delimitada por el cauce de la Noguera Ribagorçana. Se trata de un macizo muy homogéneo en altura, estando casi todas sus cumbres en un rango situado entre los 1600 y los 1800 metros. La parte alta de la sierra es un ancho y dócil cordal herboso, muy cómodo de transitar e incluso accesible para vehículos todoterrenos, al atravesar una pista la mayor parte de su cresta somital. Las cimas del Sis son, en su gran mayoría, grandes domos herbosos no especialmente atractivos en cuanto a su estética, aunque sí por sus dilatadas panorámicas, en cuyas laderas podemos encontrar densos bosques en su mitad septentrional, y el duro arbusto prepirenaico en su mitad meridional. Esta aparente bonanza del macizo contrasta enormemente con el extenso frente de acantilados conglomerados que protege buena parte de los 10 km de longitud del cordal y que hace que este macizo, si no conocemos su afable interior, parezca una fortaleza pétrea de apariencia inaccesible.

Esta muralla alcanza dimensiones dolomíticas en el extremo sur del macizo, llegando a superar los 500 metros de pared. En esta punta del macizo, el cuerpo principal del mismo termina en la cumbre de Roca Cirera y desciende abruptamente, pero no estamos aún en el final del cordal. Y es que el Sis se yergue por última vez, y de qué manera, para dar paso a su cumbre más individualizada y atractiva: el Mallo Brocoló. Se trata de una montaña altiva e intimidante, rodeada de vacíos y cuyo único punto débil es precisamente su nexo de unión con el resto del macizo, quedando el acceso a su parte alta restringido a este singular paso. El Mallo Brocoló se asemeja a una imponente ciudadela de conglomerado a la que, como buen castillo medieval, no le falta su torre del homenaje: el Tozal de los Moros. El Tozal, desgajado del núcleo del Mallo por una profunda brecha, es un inaccesible torreón que le añade dureza y también belleza a la ya de por sí impresionante cima del Brocoló.

En esta reseña se propone dar la vuelta a esta gran montaña para poder disfrutar de todas sus vertientes, ascendiendo a la misma por su único punto débil y disfrutando de las vistas que se tienen de esta parte del Prepirineo, solitaria y majestuosa. Aunque se intentó atacar el Tozal de los Moros, se desistió de la intentona por la extrema exposición del terreno, aunque en la reseña se propone una posible alternativa para llegar a esta indómita atalaya.

FICHA TÉCNICA

Desnivel810 m

Longitud12,9 km

Altura mínima920 m

Altura máxima1.625 m

Dificultad técnicaNula para llegar al Mallo Brocoló. Ascenso bastante perdedor por el Barranco de Arquero o del Río hasta llegar a la Roca de Carraduno. A partir de ahí, el sendero mejora notablemente.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

Riguala de Serraduy es un grupo de caseríos situado en lo alto del valle de Serradui. Se puede dejar el coche en una explanada al final de la carretera, teniendo cuidado de no obstaculizar el paso de los coches de los habitantes del pueblecito. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace a Google Maps.

Fotodescripción

La pequeñísima aldea de Riguala de Serraduy, en la que apenas vive una família (muy amable, por cierto), está bajo la tremenda sombra del Mallo Brocoló, de apariencia tricéfala desde aquí. La punta derecha es la terrible torre del Tozal de los Moros, que tiene fama de inaccesible. Uno de los objetivos de hoy es comprobar esa fama.

Nuestra ruta empieza tras las últimas casas de la aldea, algunas de las cuales están en bastante mal estado, otra de las tristes consecuencias del despoblamiento rural. Bajo la última casa hay un campo donde empieza una pista que seguiremos.

La pista se interna en un bosque bajo la pared de la Penaya, una de las estribaciones rocosas que se desprenden del Mallo Brocoló. En segundo plano, ya vemos las dolomíticas paredes que rodean la Sierra del Sis y que son una de sus principales peculiaridades. En el hueco entre la Penaya y la muralla del Sis se abre el Barranco del Río o de Arquero, nuestra vía de ascenso.

La pista se funde con un campo de cultivo, el cual tenemos que cruzar para llegar a su otro extremo.

Atrás dejamos otra de las cumbres que destacan en la zona: el altivo Tozal del Mediodía. Ya podéis ver que las grandes murallas de conglomerado son la tónica general de esta parte del valle del Isábena.

Al llegar al final del campo, comenzamos a descender hacia su linde, bien delimitado por una barrera arbustiva.

Allí encontramos una valla que impide el paso. Afortunadamente, en un punto en concreto, esta valla está medio aplastada, circunstancia que aprovechamos para saltar al otro lado.

Tras un abrupto descenso sin camino por el bosque, nos unimos a una pista muy degradada que nos lleva al inicio del Barranco del Río. Este valle culmina en el collado de Corroduno, el único punto de acceso al Mallo Brocoló.

Podemos dividir el ascenso en dos partes. La primera, por un camino bastante malo e incluso perdedor, culmina en la vistosa piedra de Carraduno, una importante referencia visual que marca el punto intermedio del valle. La segunda, ya por un camino mejor, termina en el ahora lejano collado de Carraduno, fácilmente identificable por la cota que lo divide en dos.

Empezamos el ascenso por la pista, que rápidamente se convierte en un pedregoso sendero. Avanzamos siempre por la vertiente meridional del barranco, dejando al otro lado espectaculares formaciones rocosas que delimitan las fronteras exteriores de la Sierra del Sis.

Antes se ha dicho que la primera parte del ascenso por el valle era incómoda y poco evidente. El sendero desaparece en varios puntos del recorrido, invadido por la hierba alta que ha crecido gracias al agua de los numerosos barrancos que caen del Mallo. La falta de paso por un camino que en tiempos pretéritos debió estar perfectamente mantenido, ha hecho el resto.

La ausencia de camino se compensa con la ayuda visual de la Roca de Carraduno, omnipresente faro, y por la aparición de oportunos hitos que nos guían por los mejores pasos. Tampoco es que los hitos abunden, por lo que no es raro que más de una vez tengamos que retroceder para comprobar que estamos siguiendo el camino correcto.

Cuando llegamos a la base de la gran piedra de Corroduno, nos unimos a un camino que viene de la otra vertiente del valle. Y, cuando ya nos habíamos resignado a luchar nuestro camino hasta lo alto del valle, repentinamente encontramos una escalera tallada en la piedra, con muretes de piedra incluidos. A partir de ahí, el camino mejora notablemente, así que respiramos aliviados.

Ya tenemos delante la curiosa esfera de conglomerado. El sendero llega hasta su base para, entonces, rodearla por su derecha y luego ir en busca del collado que une la roca con el resto de la ladera.

En este punto ya hemos recorrido la mitad de la subida por el barranco, por lo que vale la pena mirar atrás para ver el camino realizado. Riguala de Serraduy no es visible, ya que queda detrás de la Penaya, pero sí podemos observar las casas de la Vileta de Serraduy, tras las cuales aparece el valle del Isábena.

A medida que vamos rodeando la Roca de Corroduno por la derecha y ganando altura, cambia la perspectiva que tenemos sobre ella.

El sendero pasa justo al lado de esta formación rocosa. Al quedar tan cerca y haberla visto desde el principio de nuestro ascenso, no nos resistimos a trepar el murete que defiende su acceso y ascender los escasos metros hasta llegar a su cumbre.

La parte alta de la Roca de Corroduno es un rellano repleto de guijarros que han aparecido tras deshacerse el conglomerado del que está formada la piedra. Destino que sufren también los grandes muros de la Sierra del Sis, que nos impresionan por su magnitud.

Al otro lado nos espera el Mallo Brocoló, del cual vemos su cara norte, la más amable. Aun así, el paso a su cumbre aún nos está imposibilitado, por lo que debemos seguir nuestro camino...

...hasta lo alto del valle, para llegar al collado de Corroduno.

El camino, ahora mucho mejor trazado, nos lleva en un ascenso suave pero constante hacia el claro collado, que permanece en todo momento visible.

El vistoso domo de la Roca de Corroduno va quedando poco a poco atrás, a la vez que observamos cómo las paredes que protegen la práctica circunferencia del Mallo Brocoló van perdiendo potencia.

En cambio, al otro lado del valle, la gran muralla del cuerpo principal del macizo mantiene sus portes dolomíticos.

El sendero que veníamos siguiendo se divide unos metros por debajo del collado, mientras atraviesa pasillos entre los arbustos. Nosotros seguimos el que mejor nos parece, aunque parece que todas las opciones llegan más o menos al mismo sitio.

El sendero nos deja en el GR, camino que atraviesa la sierra del Sis en su totalidad. Seguiremos el GR más tarde, cuando tengamos que rodear el Mallo en nuestro retorno.

Antes, sin embargo, tendremos que ascender a su cumbre. Para ello, aprovechamos que las paredes del Mallo Brocoló desaparecen justo en el collado y seguimos el camino que sube por la empinada ladera.

Ascendidos los 100 metros de la pendiente, llegamos a la cresta somital del Mallo Brocoló. Divisamos varias cotas de poca importancia que anteceden a la cumbre principal, situada a la derecha de la foto. Como vemos que una diagonal directa puede ser incómoda debido a que el bosque que nos obstaculiza el paso es bastante denso, seguimos la cresta.

Al llegar a la primera de las cotas, el vacío se abre a nuestros pies. Aunque lo más impresionante no es el precipicio que rodea esta cumbre, sino la torre que se desgaja del núcleo de la misma: el Tozal de los Moros. Evidentemente, con una apariencia tan espectacular, no queremos irnos sin al menos intentar llegar a esta indómita cima. Habíamos leído que su acceso tenía bastante miga, así que nos disponemos a investigar.

Primero avanzamos hacia la cota desde la que se desprende el torreón, recorriendo un sendero que aparece y desaparece.

Al llegar a la mencionada cota, intentamos el descenso directo hacia la profunda brecha que nos separa del Tozal de los Moros, pero lo descartamos rápidamente: un muro vertical imposibilita el paso a los no escaladores.

Desde ese punto, vemos cómo una serie de viras situadas unos metros por debajo parecen dar paso a la brecha, así que hacia ahí nos vamos. Como se puede observar en la foto, el ambiente impresiona, porque un paso en falso nos llevaría a una caída de unos 200 metros de pura verticalidad. No ayuda el hecho de que la pendiente del tobogán esté cubierta de piedrecilla, circustancia que no da mucha confianza a la hora de dar cada paso.

Cuando llegamos a la primera vira, la recorremos unos metros en horizontal para intentar bajar a la siguiente, pero la situación se pone cada vez más peligrosa y la tensión se masca en cada paso que damos. Así que tomamos la decisión, muy a nuestro pesar, de abandonar la intentona y volver a la cresta somital.

Después del fiasco y algo cabizbajos, volvemos a ascender hasta la cresta y nos disponemos a llegar a la cumbre del Mallo Brocoló, para así compensar el mal gusto de boca con el siempre agradable momento de llegar a la cima. Cuando llegamos al collado que antecede la cumbre, vemos como un matorral rastrero muy denso obstaculiza bastante el paso, por lo que abandonamos la cresta para avanzar por la pendiente de la izquierda unos metros hasta que el bosque y los arbustos pierden densidad.

Tras el paso lateral, volvemos a la cresta y ascendemos los escasos 40 metros que nos separan de...

...la ancha cima del Mallo Brocoló.

Es conveniente avanzar unos metros hacia el oeste para poder ver con claridad todo el panorama hacia esa dirección. A nuestros pies, Riguala de Serraduy, el pueblo más alto de este pequeño valle tributario del de Isábena, cuyo río vemos serpenteando un poco más allá. Enfrente de nosotros, otro valle, el de Esdolomada, separa las sierras de Güell y del Chordal. Finalmente, en el horizonte lejano, otras grandes sierras prepirenaicas de Aragón, desde Guara hasta...

...la doble cumbre de la Sierra Ferrera: la Peña Montañesa y la Tuca. En segundo plano, ya en pleno Pirineo, la Peña Telera destaca por su gran muro septentrional, al igual que la Collarada por su característico caparazón somital.

Siguiendo el panorama hacia el norte, el emperador prepirenaico: el Cotiella.

Para seguir con la panorámica, tengo que disminuir un poco el zoom para poder abarcar la descomunal mole del Turbón, una de las grandes cumbres del Prepirineo y el jefe de este rincón de la Ribagorza.

Más allá de la abultada masa de la sierra del Sis, que limita el panorama septentrional, aparecen las montañas catalanas de Boí , tras las cuales aparece la feroz cresta del Gran Pic del Pessó.

Después de la pirámide del Cerví y el profundo valle de Manyanet, es el turno de las montañas de Filià, en un lado de la Vall Fosca.

En el otro, la amable Serra d'Altars.

De nuevo en tierras prepirenaicas, pero ahora ya en Lleida, la Serra de Sant Gervàs, con sus dos caras bien diferenciadas.

Hacia el este, vemos la región de la Terreta, delimitada por el Pui de Lleràs, bien protegido por sus mil espadas de conglomerado. A la izquierda, la mole del Boumort, en pleno centro del Prepirineo catalán.

Finalmente, miramos hacia el sur, para constatar como la alta montaña desaparece más allá del Mallo Brocoló hasta que se vuelve a erguir en los gigantescos Montsecs. Fijándose bien, se distingue perfectamente el tajo de Mont-Rebei separando el Montsec d'Ares del de l'Estall.

Tras este rato de contemplación, empezamos nuestro regreso, primero en dirección al terrible torreón del Tozal de los Moros, que se nos ha resistido en la jornada de hoy. En nuestra vuelta, vemos cómo una canal situada cerca de la primera cota de la cresta parece descender directamente a la vira que da acceso a la brecha, ahorrándonos travesías expuestas. Nos lo apuntamos para la próxima ocasión.

Deshecho el camino por la cresta, solo queda bajar por la pendiente para regresar al GR, que, hacia el norte, debe superar las paredes del Sis para poder llegar a los prados superiores. Nosotros tendremos que seguirlo en sentido contrario, hacia el sur.

El primer tramo del descenso es por una empinada canal muy descompuesta y repleta de guijarros que nos permite situarnos en la base de la pared.

A partir de allí, vamos llaneando ya en clara dirección sur, bordeando la colosal muralla del Mallo Brocoló.

Impresiona mirar hacia arriba para ver los desplomes y los techos de la gran pared rojiza.

Tras alguna subida y bajada, el sendero se dulcifica, no así la pared que mantenemos a nuestra derecha. Cuando vemos despuntar el Tozal de los Moros, separado de la pared principal, sabemos que el rodeo está terminando.

Cuando dejamos atrás los precipicios del Mallo Brocoló, el panorama cambia radicalmente, pasando a un paraje de pastos y praderas. En este entorno se encuentra el Coll del Vent, lugar al que debemos llegar.

El sendero da paso a una pista que se va adecentando a medida que avanzamos hacia el Coll del Vent, donde hay una cabaña de pastores y un cerco para el ganado.

Siguiendo por el carril, abandonamos el GR por una pista que se desvía hacia la derecha. Este camino, a veces asfaltado, nos llevará de nuevo a Riguala de Serraduy, descendiendo primero por pronunciadas curvas para salvar la pared del circo y luego avanzando por las praderas del valle.

El descenso por la pista es algo largo, pero nunca monótono, ya que la vista sobre el Mallo Brocoló va cambiando a medida que avanzamos, al igual que la perspectiva sobre...

...el tremendo Tozal de los Moros. Lo catalogo, y sin muchas dudas, como uno de los grandes pilares del Prepirineo.

La aparición del Tozal del Mediodía es un buen indicador de que estamos acercándonos a Riguala, cerrando la circular a...

...una soberbia montaña, desconocida pero bellísima. No tenemos muchas dudas de que volveremos para conquistar el Tozal de los Moros, que se despide, altivo, de nosotros.