Recorriendo el verde infinito del Taga y la Serra Cavallera

Taga (2.040 m), Puig de Coma d'Olla (1.938 m), Puig Estela (2.013 m) y la Pedra dels Tres Bisbats (1.899 m) desde Puigsac

El Puig Estela y el Taga desde la Pedra dels Tres Bisbats

La Serra de Conivella, coronada por el Taga, y la Serra Cavallera, cuyo punto más alto es el Puig Estela, superan por poco los 2000 metros y mantienen una altura bastante constante a lo largo de sus más de 10 km de longitud. Presentan dos vertientes bien diferenciadas: la norte, suave y apacible, y la sur, bastante más empinada, con algún que otro risco asomando entre las praderas. Ambas caras convergen en una cresta generalmente ancha, aunque con algún tramo algo más airoso. Enclavadas en el centro del Ripollès, estas montañas son un paraíso tanto para los rebaños que pastan en sus extensas praderas como para los caminantes que desean hollar una de las cumbres más ascendidas de toda Catalunya. Así pues, si juntamos el precioso ascenso por un paraje bucólico como pocos con la amplitud de sus panorámicas, pues es un mirador excepcional de gran parte del Pirineo Oriental, obtenemos una excursión imprescindible dentro del Pirineo catalán.

Frente al macizo principal del Pirineo Oriental, el de las cabeceras del Ter y el Freser, y dominando ambos ríos justo antes de su unión, se alza un imponente macizo que destaca por el intenso verdor del pasto que cubre prácticamente toda su extensión. Estamos hablando del macizo del Taga y de la Serra Cavallera, una de las grandes montañas del Pirineo de Girona, aunque por su ubicación podría considerarse también Prepirineo Oriental, lo que la convertiría en el último gran macizo prepirenaico por el este.

El Taga y el Puig de Sant Amand desde el Berguedà

FICHA TÉCNICA

Desnivel1200 m

Longitud17,9 km

Altura mínima1.270 m

Altura máxima2.040 m

Dificultad técnicaNula. Exigente excursión que, sin embargo, no tiene dificultad técnica al ir siempre por buenos senderos o pistas y por terrenos muy cómodos, excepto un tramo algo más perdedor en el camino del Coll de Pal al Pla del Gorg.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

Poco antes del pueblo de Pardines sale una pista asfaltada que conduce a las pequeñas aldeas de Vilaró primero y de Puigsac después. Pasado el segundo, encontramos la ermita de Santa Magdalena de Puigsac, donde se puede aparcar en unos espacios habilitados al lado de la carretera. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace de Google Maps.

Fotodescripción

El día de hoy estará marcado por una tremenda invasión de polvo sahariano que cubre el cielo de un gris cenizo y limita las panorámicas a pocos kilómetros. Empezamos nuestra andadura desde la ermita de Santa Magdalena de Puigsac, tomando la pista asfaltada que sube hacia les Noufonts y el Coll de Bac, siguiendo los carteles que indican el camino hacia el Taga.

En el camino nos encontramos con bastante gente; no en vano, estamos ascendiendo una de las montañas más concurridas de toda Catalunya. La mayoría de quienes salen de Puigsac, incluidos nosotros, se dirigen hacia la angostura del Torrent de Vilaró, que vemos arriba a la derecha.

Mientras subimos por la pista, podemos contemplar el panorama a nuestra espalda, que en un día despejado empezaría a ser espectacular, pero que hoy resulta algo inquietante, pues la arena sahariana lo tiñe todo de un gris apagado. Valle abajo, se ve el pueblo de Pardines y, en el cercano horizonte...

...el gigante del Pirineo Oriental, el Puigmal, que a pesar de encontrarse a poco más de 10 km, se muestra borroso.

Tras haber ascendido por la pista unos 250 metros, llegamos al Pla de les Noufonts, donde se está construyendo algún tipo de estructura para los rebaños.

Aquí dejamos atrás la pista y tomamos el sendero que se adentra en el claro corte del Torrent de Vilaró, por donde accederemos a las praderas superiores del macizo.

Los numerosos rebaños que pastan por la zona han erosionado las laderas, abriendo multitud de trazos. Nosotros seguimos el más claro, el que desde les Noufonts se interna en el barranco.

Al adentrarnos en el Torrent, perdemos de vista el entorno, pero a cambio, el objetivo principal del día se muestra por primera vez: el Taga.

Superado el tramo estrecho, el Torrent de Vilaró se funde con las cada vez más extensas praderas. Nosotros seguimos ascendiendo junto al barranco con la mirada puesta en...

...la cumbre triangular del Taga, que concentra los únicos árboles de toda la zona. La ruta más habitual de ascenso sigue la cresta oriental, donde vemos a un caminante recortado en el horizonte. Al llegar a la base de la cumbre, nos desviaremos hacia la izquierda para ganar la cresta.

Poco a poco, el panorama vuelve a abrirse, permitiéndonos ver el resto de cumbres que hollaremos hoy. La Portella d'Ogassa, el collado que se ve a la derecha de la foto, marca el inicio del sector principal de la Serra Cavallera, con el herboso Puig de la Coma d'Olla en primer plano y la aguda cumbre del Puig Estela asomándose detrás de él. A la izquierda, ya en el segundo tramo de la sierra, distinguimos la parte superior del domo de la Pedra dels Tres Bisbats, aún muy lejana.

Cuando empezamos a trazar la diagonal en dirección a la cresta oriental del Taga, el sendero desaparece, pero la comodidad del terreno es tal que apenas lo notamos. En estos parajes tan homogéneos, se pierde un poco la noción de la distancia, por lo que tardamos más de lo esperado en alcanzar la cresta, cuyo punto más alto se confunde con las praderas.

Al ganar la cresta, nos unimos a la romería de excursionistas que ascienden al Taga, la mayoría de los cuales provienen de la otra vertiente de la montaña, donde la ruta es mucho más corta.

Un bien trazado sendero asciende por la cresta, fácil y directa, excepto un tramo donde el sendero rodea una cota rocosa, pudiendo hacerlo por ambos lados.

Tras rodear esta cota, ya divisamos la cruz somital del Taga, repleta de gente.

No tardamos en llegar su ancha cumbre, uno de los pocos puntos de la montaña donde aflora la roca. Desde esta cima, los panoramas son extensos, permitiendo observar media Catalunya. Desafortunadamente y como se puede comprobar, hoy no es un día propicio para vistas lejanas.

Por cercanía, al menos vemos, aunque con dificultad, las grandes montañas del Pirineo Oriental, empezando por su rey, el colosal Puigmal.

Seguimos con una vista casi completa del circo de la Olla de Núria, con el santuario escondido tras el abrupto desfiladero del río homónimo.

La pirámide del Torreneules separa los ríos de Núria y el Freser, cuya cabecera queda oculta...

...detrás del Balandrau. Detrás de su cima, distinguimos la segunda cumbre del Pirineo Oriental, el masivo Bastiments.

Finalizamos con el segundo sector del Pirineo Oriental, el lejano Canigó, cuya emblemática silueta piramidal aparece entre el Costabona y el Tretzevents.

En esa misma direcciónm pero mucho más cerca, más allá de la Portella d'Ogassa, se alza el bonito Puig Estela, segundo al mando de la zona y cumbre principal de la Serra Cavallera. Esta sierra desciende hasta el Coll de Pal para luego elevarse en su segundo tramo, con la Pedra dels Tres Bisbats siendo su primera y principal cumbre. Allí terminaremos el cresteo dentro de algunas horas.

Pero antes, dado que al alejarnos hacia el este el panorama occidental desaparecerá entre la arena, echamos un último un vistazo hacia esa dirección, empezando por dos de los principales macizos del Prepirineo catalán, los Rasos de Peguera y Ensija.

Finalizamos con la Serra del Montgrony, que, al otro lado del Freser, culmina en el Puigllançada y la Tossa d’Alp, ya en la Cerdanya. Fuera de las montañas mencionadas, solo distinguimos sombras.

A partir de ahora, comienza un largo cresteo de casi 7 km por la Serra Cavallera. Empezamos desandando nuestros pasos por la cresta oriental del Taga, dejando de lado...

...el concurrido sendero que viene del Coll de Jou, lo que es la ruta normal de la montaña, con el Puig de Sant Amand protegiendo su vertiente sur.

Al llegar a la Portella d'Ogassa, abandonamos el sendero que contornea la Serra Cavallera por su base y tomamos el tenue trazo que emprende una decidida subida por su empinada ladera.

Durante esta subida, vemos por primera vez la agreste cara sur del macizo, mucho más vertical y escarpada.

Escabrosidad que contrasta con la apacibilidad paradisíaca del Taga y sus suaves formas.

Tras 100 metros de ascenso, llegamos a las llanuras somitales del Puig de Coma d'Olla, visible al fondo. A partir de ahí, la Serra Cavallera se torna altiva y se afila antes de llegar al Puig Estela, que se perfila en el horizonte.

Cinco minutos después, coronamos al modesto Puig de Coma d'Olla, donde había un pequeño vivac que ha quedado desmantelado.

Descendemos 30 metros y emprendemos la subida al Puig Estela, del cual nos separan otros 100 metros de desnivel.

El sendero avanza primero por la vertiente izquierda de la cresta, para luego saltar a la derecha, con algún paso más abrupto, pero sin dificultades reseñables.

Tras un primer tramo algo más accidentado, la segunda parte de la cresta es menos movida y se arrellana, permitiéndonos avanzar sin obstáculos por lo alto de la arista, mientras el Puig Estela se acerca progresivamente.

Al mirar atrás, comprobamos como ya hemos recorrido aproximadamente la mitad de la cresta y dos de las cuatro cotas puntuables.

La tercera está muy cercana, elevándose sobre un curioso promontorio rocoso.

Nos encontramos en el Puig Estela, cumbre de la Serra Cavallera y segundo en altura del macizo, solo por detrás del Taga.

Las vistas, que tendrían que ser dilatadísimas, se limitan a la contigua Serra de Santa Magdalena, al otro lado del Ter. El Montseny es apenas una silueta brumosa en el horizonte. Sí podemos divisar el pueblo de Sant Joan de les Abadesses, con su famoso monasterio, uno de los más antiguos de Catalunya.

El panorama oriental, ahora despejado, se ve protagonizado por las dos grandes cumbres de la Alta Garrotxa: el Comanegra y el altivo Bassegoda.

Precisamente hacia esa dirección encaminamos nuestros pasos, con la mirada puesta en nuestro último objetivo: la Pedra dels Tres Bisbats. La cresta oriental del Puig Estela desciende mucho más gradualmente que la occidental, haciendo que la bajada sea tranquila.

Después de un tramo bastante llano, iniciamos una bajada más pronunciada con vistas al Turó de la Parcel·la, una leve prominencia antes de la bajada definitiva al Coll del Pal.

Aún así, la pendiente sigue siendo muy moderada, lo que nos permite estudiar con calma el último ascenso de la jornada, el que nos llevará a la Pedra dels Tres Bisbats, punto inicial y superior de la segunda parte de la Serra Cavallera.

Mientras tanto, las vistas hacia el norte no mejoran. El Puigmal y las montañas fronterizas están a punto de desaparecer entre la bruma, mientras que la barrera meridional, dominada por el Balandrau y el Puig de les Borregues, empiezan a tornarse borrosa.

Tras cruzar la alambrada que nos ha ido acompañando desde el Puig Estela, alcanzamos el Coll del Pal. Junto al collado encontramos una serie de bunkers excavados en la ladera que están casi colgados de tierra, por lo que nos limitamos a visitarlos por fuera.

Tras un breve descanso en el collado, para aliviar nuestras ya renqueantes piernas, afrontamos los 100 metros de desnivel que nos separan de la cima, primero por un erosionado camino...

...y luego por una extensa pradera, al otro extremo de la cual nos espera...

...la cumbre de la Pedra dels Tres Bisbats, señalada con un humilde mojón y rodeada de alambres.

Desde su cima, disfrutamos de las vistas ya anteriormente descritas pero con una perspectiva ligeramente distinta. Por ejemplo, podemos ver con claridad la cresta que une el Puig Cerverís con les Borregues.

Entre todas estas montañas, destaca el Balandrau, una de las cumbres más representativas de los Pirineos Orientales, a pesar de no encontrarse entre las más altas.

La Serra Cavallera aún sigue su recorrido hacia el este, descendiendo paulatinamente hasta fundirse con el Ter en Camprodon. Sin embargo, no podemos ver su final, ya que el Puig del Pla de les Pasteres, apenas cinco metros más bajo que la cumbre en la que nos encontramos (aunque parece más alto), nos bloquea la vista en esa dirección.

Finalmente, para cerrar el capítulo de las vistas y antes de perder las panorámicas meridionales, una imagen trasera del Puigsacalm, con la icónica llanura del Puig Corneli y los torreones de les Agulles a la izquierda. En la lejanía, la inconfundible silueta de Sant Miquel Solterra, techo de las Guilleries.

Y con esta preciosa estampa de las grandes cimas de la zona empezamos el largo regreso.

Primero desandamos nuestros pasos hasta regresar al Coll del Pal.

Desde el Coll del Pal, trazas que no sabemos si de humanos o de animales pero que tienen la dirección deseada, empiezan a avanzar en dirección oeste en un trayecto con varias pequeñas subidas, aunque en general la tendencia es descendente.

El camino se pierde rápidamente, pero es sustituido por marcas de pintura, que no son precisamente abundantes. En cualquier caso, el objetivo es claro: alcanzar el Pla del Gorg, visible al fondo.

Para ello, trazamos una larga diagonal por terreno muy cómodo pero no exento de peligros, representados principalmente por los innumerables excrementos de vaca que minan la aparentemente dócil pradera.

Aprovechando trazas de animales siempre que nos es posible, nos vamos acercando al Pla, teniendo que superar alguna que otra loma que cae del Puig Estela, situado justo encima de nosotros. Al fondo, omnipresente, el Taga.

Cuando llegamos al Pla del Gorg, donde los mapas señalan la existencia de un lago que encontramos colmatado, nos incorporamos a la pista que nos va a acompañar de vuelta a Puigsac.

Antes, sin embargo, nos giramos para despedirnos del domo de la Pedra dels Tres Bisbats, punto final de nuestro cresteo por la Serra Cavallera.

De igual forma, cuando llegamos a la Barraca de l'Orri Vell, nos despedimos a su vez del imponente murallón del Puig Estela...

...y finalmente, no podemos marcharnos sin decir adiós al gran señor del lugar, el majestuoso Taga.

Sabemos que es la última vez que veremos estos colosos, pues a partir de este punto descendemos definitivamente al valle y perdemos toda vista de las montañas.

Continuamos bajando por la pista hasta alcanzar, ya bastante abajo, un desvío que nos invita a abandonarla para emprender un descenso más directo...

...por un senderillo bastante empinado, que nos hace perder más rápidamente la escasa altura que nos resta para llegar a Puigsac.

Este sendero nos devuelve a la pista ya conocida, justo después de cruzar un pequeño barranco.

Y ya de nuevo en la pista ya nos quedarán pocos minutos para concluir esta magnífica ruta en la bien restaurada ermita de Santa Magdalena de Puigsac.