El Pirineo más tranquilo y apacible

Roc de Madres (2.469 m) y Roc Negre (2.459 m) por el Col de Portus

El Madres desde el Pic del Prat de Bacivers

Las montañas más altas del macizo se concentran en su corazón, rondando todas los 2.400 metros. Fiel al carácter general de la montaña, el pasto y el relieve suave dominan sus cumbres mayores:  el Roc de Madres, que da nombre al macizo y es su punto más alto, y el Roc Negre que le sigue de cerca. Estas cumbres coronan una ancha y apacible loma herbosa con escasa presencia de riscos, que aparecen con mayor frecuencia en las laderas de los bien formados valles glaciales que descienden del núcleo del Madres hacia los ríos a los que vierten sus aguas. Aunque profundos por la altura de las laderas que los enmarcan, estos valles no resultan agrestes, y ganan altura sin mucha brusquedad. En la cabecera de algunos de estos valles encontramos incluso algunos lagos (llamados gorgs aquí), que confieren aún más afabilidad, si cabe, a estos dóciles parajes. En resumen, todas las rutas que asciendan a lo alto del Madres serán sosegadas y tranquilas, y nos permitirán disfrutar de un Pirineo diferente pero igual de hermoso.

Señalando el extremo oriental del Pirineo junto al descomunal Canigó, y vigilando la orilla opuesta del desfiladero del río Tet, se alza uno de los macizos más suaves y dóciles de la cordillera pirenaica. El extenso macizo de Madres conforma un paraje donde se alternan extensas praderas, frondosos bosques y coquetos lagos, en un paisaje que dista mucho de la majestuosidad severa del Pirineo axial, pero que posee una belleza serena y tranquila de la que carecen las sierras más granadas del Pirineo. Además, su posición aislada en su vértice nororiental pirenaico convierte este macizo en un gran mirador, tanto del resto del Pirineo Oriental, que se divisa casi al completo, como de las montañas de la Cerdanya. Este aislamiento, separado del resto de macizos por los profundos tajos del Tet y el Aude, ubica al Madres en el olimpo de la prominencia de nuestra cordillera.

El Roc de Madres y el Clos Tort desde el Roc Negre

FICHA TÉCNICA

Desnivel890 m

Longitud15,4 km

Altura mínima1.736 m

Altura máxima2.469 m

Dificultad técnicaTramo escabroso en la travesía del Clos Tort, donde debemos trepar una canal con pasos de I grado poco expuestos.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor OpenTopoMap

Acceso

El inicio de esta ruta es el Col de Portus, donde existe espacio suficiente para que aparquen una decena de coches. El Col de Portus se encuentra al final de una larga pista de tierra de 10 km, que tiene tramos en bastante mal estado, sobre todo al inicio, aunque cuando fuimos parecía que la estuvieran arreglando. Aún así, es recomendable ir con un coche algo alto para evitar problemas. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace a Google Maps.

Fotodescripción

Después de una intentona al Madres por el norte, frustrada por una violenta tormenta que nos pilló en plena arista del Bernat Salvatge y nos obligó a dar marcha atrás, hoy volvemos a intentar su ascenso por el sur, desde el Col de Portus. Desde aquí podríamos adentrarnos en el valle de Nohèdes y sus lagos por la pista vallada que vemos a la derecha, pero, en la ida, avanzaremos hasta la cabecera del valle de Evol, cuyo tramo inferior hemos recorrido en coche, en busca del lago que se esconde en lo alto.

Dicho y hecho, tomamos la pista de la izquierda y avanzamos en constante subida, ignorando otra pista que desciende hacia ese mismo lado.

A nuestra izquierda, las altas laderas del macizo se elevan hacia sus cumbres, pudiendo distinguir ya la máxima cota de la zona meridional del Madres, el Puig de la Pelada, allá en lo alto.

Subidos algo menos de 200 metros de desnivel, la pista concluye en un prado donde se ubica una cabaña de pastores. Más allá del resalte que tenemos enfrente se intuye la cuenca donde se asienta el Gorg Negre, el primero de los lagos que veremos hoy.

Un tenue trazo de sendero señala la continuación del camino, avanzando primero por terreno herboso...

...y luego por un tramo algo más rocoso, pero nada incómodo.

Ganamos altura con rapidez, despejándose parte del panorama antes oculto tras las empinadas aristas del valle. Sin embargo, constatamos que el día se presume nuboso, pues buena parte del Pirineo Oriental está bajo unas nubes que avanzan hacia nosotros y que empiezan a acariciar el monumental domo del Mont Coronat, la segunda cumbre en importancia del Madres.

Repentinamente, la pendiente cede y nos encontramos en la cuenca lacustre del Gorg Negre, que no podemos ver debido a que queda unos metros por detrás de la línea del arbolado.

No nos acercamos al lago, pues nuestra ruta continúa hasta la cercana Collada del Gorg. Aunque el sendero se difumina, ascendemos por esta ladera despejada siguiendo esporádicas marcas amarillas.

Con algo de altura ganada, ya divisamos parte de la oscura lámina del Gorg Negre, que tiene un nombre bastante adecuado.

Cuando alcanzamos lo alto de la arista, encontramos esta bifurcación: venimos de la izquierda, y seguiremos recto, dejando el desvío de la derecha que nos llevaría al Gorg Estelat, que visitaremos algo más tarde pero por otro camino. Avanzamos ahora por la boscosa arista que nos llevará al altiplano somital de Madres previo paso por el...

...refugio de Nohèdes o de la Perdrix, situado en un entorno privilegiado y bastante bien equipado, con esterillas y chimenea en buen estado.

Desde el refugio, situado pocos metros por debajo de la gran loma del Pla dels Gorgs, se puede ver como el macizo sigue hacia el sur para finalizar en el Puig de la Pelada, ya engullido por las brumas, y el Puig d'Escotó, aún visible.

Pero la mejor vista que podemos disfrutar desde el refugio es la que se abre sobre el Gorg Negre, encajado en un balcón privilegiado sobre el valle de Evol.

La niebla ya ha alcanzado a las partes más altas del macizo, tragándose el Roc de Madres y media arista del Clos Tort. El Roc Negre aún resiste, así que apuramos el paso nos disponemos a encarar la ancha loma que lleva a su cara sur.

No tardamos en divisar a su vez los dos lagos que forman la cabecera del valle de Nohèdes, un pequeño lago sin nombre y el Gorg Estelat. Por ahí bajaremos dentro de un rato.

Llegamos a la loma cimera del Madres justo en el mismo momento que las brumas envuelven el Roc Negre. Tomando el sendero que recorre la loma, descendemos suavemente hasta llegar al collado previo a la cumbre...

...para después empezar su ascenso por la ladera, salpicada de abetos.

El sendero rodea el Roc Negre por la derecha, difuminándose cerca de la cima, por lo que, cuando vemos que el paso se vuelve cómodo, lo abandonamos para emprender un camino más directo, sorteando bloques de granito dispersos.

De esta forma coronamos la cumbre del Roc Negre, segunda en altura del macizo de Madres y que debe gozar de unos panoramas extraordinarios en días claros. Hoy no es uno de esos días.

Como en nuestro regreso debemos volver a ascender hasta el Roc Negre, no nos detenemos y avanzamos hasta la cresta del Clos Tort, que en días como hoy tiene un aspecto bastante tenebroso. Detrás de la cresta debería verse el Roc de Madres, el objetivo principal de la jornada.

El Clos Tort es de los pocos parajes escabrosos de todo el macizo del Madres. Este es el nombre que recibe el tramo de cresta que une el Roc de Madres con el Roc Negre, un tramo donde la arista se afila considerablemente y que dificulta en cierta manera el paso de una cumbre a la otra.

El sendero avanza primero por la vertiente septentrional de la cresta, desde donde se aprecia la parte superior del valle de la Castellane, el rincón más agreste de todo Madres, especialmente por las tres agujas del Salt del Burro, un impresionante escarpe que divide el valle en dos.

El sendero nos conduce a la brecha previa a la cota principal del Clos Tort, que presenta un aspecto imponente. Y aquí dudamos, puesto que parece que una traza de sendero la esquiva por la derecha, entrando en una ladera bastante expuesta y descompuesta antes de difuminarse rápidamente. Como hasta ahora veníamos siguiendo un camino muy claro, señalizado con marcas rojas y amarillas, nos extraña esta repentina ausencia de señales, por lo que volvemos a la brecha.

Encarando el Clos Tort por la izquierda (sur), vemos como una empinada canal rocosa, en la que encontramos una placa mortuoria, asciende hasta lo alto del roquedo, con pasos que no pasan del primer grado. A media subida, una marca de pintura nos confirma que estamos en el buen camino.

Vista de la canal desde arriba. Como se puede apreciar, es bastante erguida, pero no tiene mucha dificultad. La canal es la opción lógica de paso y en días despejados se ve claramente que lo es, pero justo cuando llegamos a la brecha, una bruma nos envolvió y vimos el paso mucho más feo de lo que era en realidad, circunstancia que nos hizo explorar primero la otra vertiente del Clos Tort. Sin embargo, la ruta sigue la vertiente meridional.

Tras este breve paso, la cresta recupera su carácter amable y avanza hacia el Roc de Madres, que queda a tiro de piedra aunque no lo podamos ver.

La cima del Roc de Madres es un amplio altiplano prácticamente llano, y presenta varias cotas de altura similar. La que creemos más elevada es la que tiene un pequeño abrigo rocoso, aunque resulta difícil de comprobar, así que seguimos caminando por la loma hasta coronarlas todas. En realidad, este avance también nos sirve para hacer tiempo, esperando que se disipe la nube que se ha encastado en la cima, ya que no podemos ver absolutamente nada de lo que nos rodea.

Desgraciadamente, todo lo que alcanzamos a distinguir es el Pic del Bernat Salvatge, que marca el inicio de la cresta más septentrional del Madres. Como el frío viento que solpa resulta bastante desagradable y la previsión de mejora no es muy prometedora, empezamos a regresar.

Y, como tantas veces sucede en montaña, justo cuando estamos a medio camino del Roc Negre, la nube se levanta, y por vez primera podemos contemplar un panorama más o menos despejado en casi todas las direcciones.

Ascendiendo de nuevo a la cota más alta del Clos Tort, ligeramente alejada del camino, se nos muestra por fin el Roc de Madres, una cumbre que hasta entonces no habíamos podido ver, a pesar de haberla hollado.

A nuestros pies se abre el valle de Sansa, cuya cabecera está ocupada por unas turberas, con la gran masa del Pla dels Gorgs tapando casi por completo el Puig de la Pelada.

La culminación del Madres actúa como un auténtico nudo de valles, todos ellos largos y bien definidos. Con las nubes retirándose momentáneamente, le llega el turno al precioso valle de la Castellane, un ejemplo clásico de valle glacial.

Ya de nuevo en el Roc Negre, nos detenemos a comer con la esperanza de que termine de despejar, pero no es así, limitándose el panorama al entorno más cercano. Más allá del Roc de Madres, solo alcanzamos a ver el estrato inferior del macizo del Carlit, que parece estar cubriéndose otra vez. Así que, tras un breve descanso, iniciamos el descenso hacia el collado por el que ya habíamos pasado anteriormente.

Después de un descenso plácido, volvemos a estar al collado entre el Roc Negre y el Pla dels Gorgs, desde donde el Roc de Madres se muestra con un aspecto más bien modesto. Pocas veces una cumbre principal de un macizo tan relevante parece tan inofensiva.

En el collado tenemos que estar atentos, puesto que no volveremos al mismo camino, sino que descenderemos por el valle de Nohèdes. Por ello, cuando vemos aparecer un senderillo acompañado de algunos hitos que se desvían hacia la izquierda (este), lo tomamos.

Pronto el sendero se hace más claro y se adentra en un cóncavo herboso y empinado que cierra el valle por el oeste.

El descenso es fuerte y algo incómodo por la piedrecilla que cubre las terrazas de la ladera, pero permite perder desnivel rápidamente y acercarnos velozmente al pequeño gorg sin nombre que habíamos visto desde lo alto de la loma.

Cuando el tubo herboso por el que bajamos cambia de dirección, nos abrimos definitivamente al valle de Nohèdes. Desde el fondo del valle observamos como la bruma trepa lentamente, a punto de alcanzar el Gorg Estelat, el más hermoso de todo el macizo del Madres.

Dejando a un lado el pequeño lago, descendemos con más suavidad, aunque el sendero se vuelve algo incómodo, pues atraviesa un tramo encharcado y lleno de agujeros que aparecen entre la hierba alta y que nos obliga a extremar la atención.

Llegamos finalmente a la orilla del Gorg Estelat, cuyo extremo opuesto está cubierto por una densa niebla que ya no nos va a abandonar. Al principio avanzamos sin sendero por el margen derecho del lago, hasta que encontramos un buen camino que lo bordea.

Antes de adentrarnos en la niebla, miramos atrás para despedirnos de la parte alta del Madres, protegida por unos buenos roquedos en esta zona. Fijándonos bien, distinguimos el tubo herboso por el que hemos descendido hasta el Gorg Estelat, en el centro de la imagen.

Después de cruzar una zona habilitada para la acampada libre, dejamos atrás el lago, cruzando su desagüe a los pocos metros.

En un principio, nuestra intención era descender hasta el Estany del Clot para después subir desde allí al Col de Portus, utilizando el camino principal del valle. Pero después de descender 50 metros, encontramos un cartel indicando una opción alternativa de alcanzar el collado, utilizando la ruta del Rec de Jujols. Después de consultarlo con el mapa, decidimos tomar esta opción, que parece más directa y rápida, especialmente ante la escasa probabilidad de poder disfrutar del entorno del Estany del Clot.

El sendero tiene un primer tramo de bajada para después emprender una larga media ladera donde apenas perdemos altura, alternando tramos de bosque con otros de terreno despejado, que seguramente ofrecerían magníficas vistas del valle de Nohèdes en un día claro.

Esta media ladera termina en una loma boscosa, y tras un descenso de unos 150 metros de desnivel, enlazamos con la pista que habíamos tomado al inicio de la excursión, a pocos metros del Col de Portus. Finalizamos así esta ruta por uno de los macizos pirenaicos menos conocidos en nuestro país pero que sin duda merece ser recorrido.