El faro de les Guilleries

Sant Miquel de Solterra (1.203 m) desde Can Calabrès

Sant Miquel de Solterra o de les Formigues desde Can Calabrès

Las cumbres de les Guilleries no son especialmente destacadas, ni por altura ni por estética. Sin embargo, su cima más alta sobresale con claridad por su vistosidad y aislamiento. Enclavada en el corazón boscoso de esta abrupta zona, la cumbre de Sant Miquel de Solterra o de les Formigues es un crestón boscoso y relativamente afilado, sobre todo si se compara con sus romos vecinos. Elevándose casi 800 metros por encima del valle de Osor, es con diferencia, la cumbre más altiva y hermosa de les Guilleries. En su rocosa cumbre, se alzan las ruinas de un castillo y de una ermita, dedicada al santo del mismo nombre. Según cuenta la leyenda, la cumbre está dedicada a este santo por unos pescadores que, durante una tormenta, prometieron edificar una capilla a la primera montaña que vieran desde el mar y que les sirviera de guía. Fue este pico el que divisaron, y gracias a él lograron salvarse. Sant Miquel de Solterra es un solitario faro en la selva mediterránea de les Guilleries, con unas panorámicas dignas de una culminación de macizo y una de las montañas más prominentes de Catalunya. Motivos de sobra, creo yo, para ir a conocer esta bonita montaña.

El macizo de Guilleries es la zona de transición entre la Cordillera Prelitoral, el gran cordal costero catalán, y la Cordillera Transversal, que a su vez actúa como puente entre el Pirineo y la Prelitoral. Apéndice septentrional del descomunal Montseny, les Guilleries constituye el macizo boscoso catalán por antonomasia. Un frondoso bosque de hayas y robles, entre otras especies arbóreas, cubren la práctica totalidad del sistema, desde el fondo de los barrancos, siempre bien surtidos de agua (no en vano es la región más prestigiosa de captación de agua mineral de toda Catalunya), hasta la misma punta de sus cumbres. Aunque su altura es modesta, el terreno resulta abrupto y densamente forestado, circunstancia que convirtió les Guilleries en el epicentro del bandolerismo catalán durante su momento álgido. Esta selva mediterránea llega a su fin abruptamente cuando se encuentra con el desfiladero del Ter y sus embalses de Sau y Susqueda, que separa les Guilleries del Collsacabra.

Sant Miquel de Solterra desde Sant Martí Sacalm

FICHA TÉCNICA

Desnivel560 m

Longitud11,4 km

Altura mínima740 m

Altura máxima1.203 m

Dificultad técnicaNula. Descenso bastante empinado por la cara oeste de la montaña hasta el Borrell.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

El inicio de esta ruta es el el parking de Can Calabrès, situado a unos 4 km de Sant Hilari Sacalm tras recorrer una pista de gravilla en buen estado y apta para todo tipo de vehículos. En el aparcamiento caben dos o tres decenas de coches sin problemas. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace a Google Maps.

Fotodescripción

Empezamos una nueva ruta, esta vez desde el aparcamiento de Can Calabrès, tomando una pista de tierra que rápidamente se bifurca en dos. La excursión de hoy tiene numerosos cruces de caminos, pero la gran mayoría están bien señalizados, como es el caso de este primero, con varios carteles y marcas de pintura que nos hacen ir a la derecha.

La pista se transforma rápidamente en un sendero que desciende con fuerza por el pelado bosque invernal. Esta zona, en pleno otoño, tiene que ser un espectáculo de colores.

El sendero desciende hasta el fondo del Torrent de la Font del Gavatx, cuyo cauce está bastante animado debido a las intensas lluvias de otoño, que alivian en parte la sequía que ha sufrido la zona estos últimos años. Cruzamos el puente y nos dirigimos a la pista que distinguimos al otro lado del barranco.

En este cruce cerraremos la circular unas horas más tarde, pues volveremos por la pista que va a la Font de la Formiga. Por ahora seguiremos recto, tomando el camino con indicaciones a Sant Miquel de les Formigues, señalizado a su vez con marcas verdes que aparecen con frecuencia.

Alternamos tramos de pista con otros de sendero, que ataja las curvas del carril. En cualquier caso, la señalización es excelente: en este tramo coinciden el GR y varios caminos locales, y es habitual encontrar postes indicadores bien visibles.

Tras haber ganado unos 100 metros de desnivel llegamos a los campos de Can Pla, donde aparece, por vez primera...

...la silueta de Sant Miquel de Solterra, con sus varias puntas jalonando este crestón boscoso. La más alta, situada a la izquierda, deja entrever la cruz que corona su cima.

Para llegar a la cumbre, dejamos la masía de Can Pla a la izquierda y subimos por la pista que sube hacia el Coll de Llevanyes, el collado situado justo antes de nuestra montaña.

La pista recorre una umbría ladera en constante ascenso rumbo al collado, que ya podemos ver al fondo.

En el Coll de Llevanyes abandonamos el GR, que desciende hasta Osor, y encaramos la montaña, siguiendo marcas verdes y los frecuentes carteles.

Tras una serie de zigzags por su cara sur, la pista entra en la cara oeste de la montaña, flanqueada por desnudos troncos de haya.

La pista termina sobre los 1100 metros, punto en el que aparece un sendero a mano izquierda que debemos tomar.

El camino, que atraviesa la oscura cara este del Sant Miquel de Solterra, va tornándose cada vez más rocoso a medida que nos acercamos a la cumbre.

El sendero rodea la cumbre por el este para después trazar un brusco giro y encararla por el norte, llegando al collado septentrional de la montaña, a escasos 20 metros de desnivel de su cima.

La cumbre de Sant Miquel de Solterra consta de varios promontorios rocosos que emergen varios metros por encima del bosque. Podemos ascender al punto más alto trepando por este fácil muro o bien seguir el camino que, sin apenas poner las manos en el suelo, nos lleva a la cruz de su cima.

En lo alto de la montaña, entre las ruinas del antiguo castillo y su ermita, se alza la cruz que marca la cima. En su base hay tres figuras de hormigas, que parecen sostener la estructura. Este animal tiene una peculiar relación con esta montaña, hasta el punto de dar nombre a su segunda denominación. El nombre alternativo, Sant Miquel de les Formigues, viene dado por un hecho curioso relacionado con este artrópodo. A finales de cada verano, miles de hormigas voladoras se reúnen en esta cumbre para aparearse. Poco después, la mayoría de ellas aparecen muertas en el suelo, hecho que la tradición popular achacó a un castigo del santo a las hormigas por haber mordido la imagen de su ermita. La explicación real es más sencilla: los machos de las hormigas mueren tras la cópula, algo habitual en muchas especies de insectos. Este ritual, que podemos observar en distintos puntos del país, es especialmente llamativo en esta montaña, lo que inmortalizó el nombre de Sant Miquel de les Formigues.

A pesar de ser diciembre, una ligera calima en el horizonte limita en parte las vistas. Hacia el sur, vemos la frondosidad de les Guilleries, con sus mil colinas boscosas. Este paraje se interrumpe bruscamente ante la aparición de los dos monstruos del Montseny: el binomio Turó de l'Home-Agudes y el amplísimo Matagalls.

Hacia el oeste, el terreno se desploma ante nuestros pies, con la Riera d'Osor marcando el fondo del valle y el Turó del Faig Verd, la segunda altura de les Guilleries, en el otro lado.

Al norte, los pantanos de Sau y Susqueda permanecen ocultos por la mole del Sant Benet, aunque intuimos su presencia por la niebla que cubre el valle del Ter.

A pesar de que el día no es el mejor para panorámicas lejanas, detrás del Sant Benet llegamos a distinguir buena parte del Pirineo Oriental, desde el Puigmal hasta el Bastiments. En segundo plano, el resto de la Serralada Transversal, donde destacan los blancos desfiladeros de Cabrera y la grisácea muralla del Puigsacalm.

Más a la derecha, la inconfundible punta de lanza del Far, con el Canigó, omnipresente, de fondo.

Por último, hacia el este, tras el gran domo de Sant Gregori, la montaña cede paso a las llanuras gerundenses, con el mar, que tendríamos que ver bastante cercano, cubierto por la bruma calimosa.

Después de descansar en la cima, empezamos el retorno, realizándolo por la cara oeste de la montaña para trazar una circular. Al llegar de nuevo al collado norte, nos fijamos que un pequeño hito marca el inicio de un sendero que desciende con fuerza por la cara oeste del Sant Miquel.

El descenso es vertiginoso, transcurriendo por una empinada ladera repleta de hojas caídas que la vuelve bastante resbaladiza.

Guiados por hitos, descendemos por una fuerte pendiente, cruzando alguna pedrera con vistas al valle de Osor.

Después de descender unos 200 metros de desnivel, el sendero nos deja en una pista muy cerca de...

...la masía del Borrell, otro vestigio ruinoso del pasado rural de les Guilleries.

Debemos bajar ahora hasta el fondo del Torrent de la Font del Gavatx. Podríamos escoger cualquiera de las muchas pistas que surcan este rincón del macizo, pero lo más sencillo es seguir la pista “principal” (entre comillas porque la mayoría tienen una condición similar), que desde el Borrell avanza brevemente hacia el norte y luego gira hacia el sur, en suave descenso. Aun así, es recomendable seguir el track para evitar confusiones.

Tras perder otros 200 metros más desde el Borrell, volvemos a encontrarnos con el Torrent de la Font del Gavatx, esta vez algo más abajo que en la subida. Desde este punto, una pista remonta el valle hasta cerrar la circular pero, antes de hacerlo, descendemos por el sendero de la foto para...

...visitar la Font de la Formiga, hoy seca a pesar de que el torrente que hay a su lado baja con buen caudal. Si bajamos unos metros más...

...encontramos este encantador rincón formado por el Salt de Sant Martí, pequeño pero coqueto. Magnífico lugar para tomar un tentempié.

Después de esta recomendable visita, volvemos a subir a la pista y empezamos el monótono recorrido de la pista que, al cabo de poco más de un kilómetro...

...nos dejará de nuevo en el cruce de caminos donde cerraremos la circular.

Un último ascenso bajo la suave luz invernal del atardecer nos dejará en el parking de Can Calabrès, completando esta ruta por la gran montaña de les Guilleries.